lunes, 23 de febrero de 2009

Mis primeros amores

Mi primer amor asomó a los 11 años. Esther, ojos azules clarísimos, tristes como sólo pueden ser tristes unos ojos vivos. Tan parecida a Jeanette, la cantante que me descubrió las maravillas de la mujer.

Nunca supo de mi existencia a pesar de que ella llenaba todos mis silencios, todas mis horas, todos mis anhelos, todas mis fantasías, toda mi vida. Jamás hablé con ella, no me consideraba digno de semejante honor, pero la miré hasta que las pestañas se cansaban de mi éxtasis.

Hasta los 16 años no hubo otra mujer, no hubo ningún otro amor salvo el que sentía por ella.

María Dolores fue la primera chica a la que besé. La primera que me dijo que merecía la pena. La primera que me abrió el mundo al amor de carne y hueso, a la caricia, a las miradas enamoradas. En un mes transitó mi niñez a la madurez, mi inseguridad a la calma, mis odios a mis amores. En un mes dejé de ser Juanito a ser Juan. En 30 maravillosos días de Agosto en Mijas, saqué el jardín que guardaba escondido en mi pecho, del que desconocía su existencia, y lo saque a la luz. Por primera vez me sentí hombre y no monstruo.

Terminaron las vacaciones, volví a Córdoba y nunca la volví a ver, pero siempre hay una palabra de agradecimieto en el libro de mi vida para ella.

Posteriormente inicié una búsqueda de la mujer con la que pudiera compartir el presente y el futuro. No me quedé sentado a esperar. No tuve claro en ningún momento lo que quería. Muchas chicas, muy diferentes entre sí, me acompañaron en parte del camino. De unas me quedaba con sus sueños, de otras con sus sonrisas, otras me consumieron de pasión. Algunas me regalaron sus tristezas, otras me ofrecieron su soledad. Con casi todas disfruté de sus besos, algunos ciertamente ansiosos. Pero todas, sin excepción, me hablaron de la belleza de la mujer, que va más allá de unos rasgos físicos más o menos curvilíneos. Todas me hablaron de una especial sensibilidad, de otra manera de ser y de hacer, más humana, más emocional, más intensa.

Fueron muchas, de algunas ya ni me acuerdo, pero a todas les agradezco por ser como son y por ser como soy. Nunca deje que una relación se alargara más de lo necesario. En cuanto descubría que ella no era ELLA, no perdía ni hacía perder el tiempo.

Una noche, después de una enorme decepción, miraba hacia una ventana de un séptimo piso de un edificio. Sólo en ese momento descubrí que la mujer de mi vida estaba tras esa ventana. ELLA aún no lo sabía, pero sus rizos, esa noche, me acunaron y me cantaron la más bella melodía de amor.....y, aún hoy, cada noche, siento el perfume de su pelo.

martes, 17 de febrero de 2009

Mi bosque

Un sauce reía y sus ramas expandieron el aroma de un color vivo por todo el bosque.

Un ciprés no dirigió sus plegarias al cielo porque, en el suelo, un nuevo arbusto le escuchaba.

Un gran eucalipto dejó de crecer para alimentar con su tierra el nacimiento de una hoja, una única hoja.

Un roble hablaba de una imposible historia de amor.

Un leñador soñó que su hacha florecía y dejó de cortar para nutrir.

Un beso solitario buscaba dueño y una boca ansiosa buscaba beso.

Y en el bosque de los deseos llegó la primavera y, con ella, la realidad

Y, con la realidad, llegaste tú.

Contigo dejé de soñar y comencé a vivir.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Amor al trabajo 2

Nunca segundas partes fueron buenas, pero la quiero hacer con el mismo cariño que la primera. De hecho, la primera se me fue de las manos. Recordé mis sueños de maestro y me explayé en ellos, dejando de lado el tema que quería comentar. Escribir tiene esas cosas. Los pensamientos empiezan a volar y los sueños se adueñan de la situación.

La primera pregunta que se podría hacer ante el título de la entrada es:

¿Porqué trabajar?
Hay muchas respuestas que podrían ser obvias: el poderío económico, la brillantez social, el reconocimiento público, pero la razón principal para la mayoría sería simplemente para poder subsistir.

Desde este prisma, trabajar se convierte en un medio obligatorio para conseguir un fin necesario. Y, como la mayoría de las obligaciones, termina convirtiéndose en un lastre que resta. Deja de formar parte de nuestra vida, de nuestro ser, para convertirse en un pozo traga-tiempo, del que somos muy conscientes, hasta el punto de dejar pasar la semana en estado de sonambulismo esperando el fin de semana y sobreviviendo los 11 meses de trabajo soñando con el mes de vacaciones. Las expectativas sobre ese mes ansiado son tan maravillosas que casi siempre decepciona. No vivimos mientras trabajamos, nos limitamos a vegetar a la espera de terminar.

Hay factores que pueden hacer que el trabajo se vuelva aún más difícil: malos jefes, ambiente enrarecido, compañeros trepas o pelotas, ocupar un puesto diferente a la formación que se tiene o simplemente, un trabajo feo, repetitivo o pesado.

Yo reivindico el trabajar por amor y con amor.
· Por amor a los demás, para prestarles nuestro mejor servicio.
· Por amor a nuestra empresa, para que sea fuerte, ofrezca productos de calidad y que sea más difícil que pase por situaciones peligrosas para nuestra propia estabilidad laboral.
· Conseguir que nuestro trabajo sea nuestra mayor distracción.
· Integrar el trabajo en nuestra propia vida de tal manera que, más que un lastre, sea una extensión de nuestro ser hacia los demás y hacia nosotros mismos. El amor por cualquier cosa nos hace grandes, el desamor por el trabajo, en cambio, nos hace mediocres a nosotros y compartimos esa mediocridad con los demás.
· El amor al trabajo nos hace amos de sus resultados mientras que el desamor nos hace esclavos del reloj, que nunca termina de dar la hora para salir.
· Los frutos de un trabajo con amor, entre otras cosas, son la prosperidad material y espiritual.

En nuestra mano está quejarnos del sueldo, los compañeros, los jefes, la empresa, el stress y dar rienda suelta a nuestras frustraciones o elegir el camino de la sonrisa, de los ojos brillantes, de la pasión por nuestra labor.

Pero difícilmente encontraremos a alguién con pasión por el trabajo si no tiene pasión por la vida.

lunes, 9 de febrero de 2009

Minorías

A raíz de leer una entrada de Eduard Punset titulada “Para que se ocupen de tí, tienes que pertenecer a una minoría”, que podeis leer pinchando en el vínculo que tengo a su blog, se me ha ocurrido hablar de este tema.

No estoy del todo de acuerdo con el señor Punset, pero no le falta razón en algunos aspectos.

Cuando hablo de minorías, no me refiero tanto al número de personas que conforman un conjunto, sino a un grupo específico que requiere de una ayuda especial (económica, de servicios o jurídica) para poder llevar una vida normal y así tender a una sociedad, no igualitaria, que no me gusta nada la palabra, sino equitativa. Hablo de esta distinción esencial, ya que, como puso Kaken en su blog cuando hablaba de equidad, la palabra igualdad se suele utilizar de manera interesada. La equidad es más justa: dar a cada uno lo que se merece. Supone una igualdad de oportunidades y de deberes.

Hablar de minorías hoy en día, muchas veces nos sirve para confirmar lo buenísimos que somos, sin entrar a valorar en profundidad el auténtico alcance de tantas chorradas que se oyen y hacen. Parece que nos hemos vueltos ciegos a lo que yo llamo “el abuso de las minorías”. No se pueden poner objeciones a las “ayudas” al colectivo inmigrante, gay, enfermo con SIDA o drogadicto, por poner algunos ejemplos, so pena de ser calificado de homófobo, racista o cualquier otro insulto por el estilo. Por supuesto, si estás en contra de la discriminación positiva (vaya primera chorrada, la discriminación siempre es positiva para el discriminador y negativa para el discriminado) en favor de la mujer, eres un machista de tomo y lomo.

Para comenzar el tema, lo primero que hay que hacer en una política seria, es la definición del problema.

¿Qué minorías necesitan ayuda?.
· Colectivos que por diversos motivos, tienen una disminución en sus capacidades, no achacables a su propia voluntad. Ancianos, niños, enfermos o discapacitados en distintos grados, entran de lleno en esta categoría. Aquí no hay duda de la necesidad de que toda la sociedad, con el Estado por delante, hagan todo lo posible para disminuir en lo posible, la dependencia o dificultades de estos colectivos. No se puede decir que tengan más derechos, sino que tienen más necesidades que atender.
· Colectivos con sus capacidades íntegras, pero con derechos cercenados por las autoridades o dificultados por la sociedad. El colectivo gay, hasta hace poco, era un ejemplo. En algunos casos, los inmigrantes también pueden tener algunos derechos, al menos dificultados. En estos casos se necesita, por una parte, una acción puramente legal que otorgue los derechos que no posean y, por otro, un cambio de mentalidad de la sociedad, para que esos derechos conquistados se afiancen en el día a día. Otro colectivo sangrante es el de la trata de blancas (no la prostitución libremente ejercida) a las que hay que dar todas las facilidades legales para que puedan salir de su esclavitud.
· Colectivos con capacidades íntegras pero, por razones ajenas a su voluntad, necesitan puntualmente un soporte. El ejemplo típico son los parados, especialmente los de larga duración, por tener una edad poco apetecible para los empresarios. Las facilidades dadas a empresas para contratar a este tipo de personas, no se pueden considerar tampoco como una discriminación, sino como una auténtica necesidad. En este grupo entrarían también las personas demasiado jóvenes y sin experiencia.

En estos casos, muy globalmente expuestos, creo que todo el mundo está de acuerdo en la necesidad de una ayuda complementaria y entran de lleno en el concepto de equidad.

Abusos de las minorías
Para algunos, el hecho de pertenecer a uno de estos colectivos desfavorecidos, les da derecho a todo sin ningún deber a cambio. Le das la mano y se toman el brazo. Lo consideran como una patente de corso para hacer lo que les da la gana. No piden, exigen derechos y gritan más que nadie, pero se olvidan de sus deberes mínimos. Habitualmente los que más gritan son los que más se tendrían que callar. Voy a exponer algunos ejemplos ilustrativos que conozco bien.

1. Drogadictos y SIDA. Este problema ya casi ha desaparecido, pero fue sangrante en su momento. Las buenísimas autoridades consintieron todo tipo de atropellos de una parte de este colectivo. Ingresaban hechos polvo, con 40º de fiebre por una Tuberculosis activa. Tras una semana de tratamiento (el habitual en la Tuberculosis oscila entre seis y nueve meses para la desaparición completa del germen), mejoraban la sintomatología y pedían el alta voluntaria....cuando aún eran bacilíferos (aún podían transmitir la enfermedad). Consecuencias de este acto: iban contagiando a toda la población por una parte, y creaban resistencias en el bacilo por la otra, por lo que una enfermedad que se trataba con una garantías de éxito muy grandes, pasó a ser una enfermedad mortal en algunos casos por tenernos que enfrentar a bacilos multirresistentes (los bichos se las sabían todas). Hubieron miles de casos de Tuberculosis entre la población, alguna mortales. Pero por otra parte, salvo en contadas excepciones, seguían haciendo el amor sin preservativo y sin advertir de su situación a sus parejas, incluso las estables no lo sabían. Consecuencias: miles de personas fueron infectadas por ellos, sabiendo lo que estaban haciendo y, a pesar de ello, por echar un polvo no dudaban en matar (por aquel entonces, el SIDA era mortal). ¿Qué hicieron las autoridades?: decirnos a todos que eramos malísimos porque los discriminábamos....y era verdad y había que luchar contra ello, pero nunca hicieron nada para protejer a miles de personas que murieron porque estos sujetos no se querían poner un preservativo. Eso sí, todos ellos cobraban un subsidio mensual....a cambio de nada. ¿No hubiera sido más fácil obligarles a acudir todos los días a un centro para que se tomaran las pastillas y a cambio recibir ese subsidio?. ¿No hubiera sido más justo tenerlos ingresados mediante orden judicial hasta que dejaran de ser contagiosos en la Tuberculosis (con un mes suele ser suficiente)?. Pues no, eran una minoría y los gobernante se sentían muy chachis y buenos defendiendo sus derechos, aunque a cambio se cometiera un auténtico genocidio que ha costado miles de vidas inocentes a manos de unos genocidas sin preservativo.

2. Paro agrícola. ¿Porqué los trabajadores del campo tienen derechos que no tienen los demás trabajadores?. Trabajan 30 peonadas (no sé si este es el número exacto), que casi nunca son reales, pues se las firma el alcalde en cuestión o a la hora de empezar a trabajar, les entra una depresión grave o una lumbalgia, se dan de baja durante un mes y ya tienen sus treita peonadas: un año de paro. Así llevan viviendo familias enteras desde hace más de 20 años. En su vida han pagado un euro de impuestos, sólo reciben y reciben, exigen y exigen. Cuando cumplan sus 65 años, tendrán su pensión, por supuesto. Pero en el campo no trabaja ni Dios....que sea español, claro. Hay que traer marroquíes, rumanos y polacos....mientras 400.000 “trabajadores” del campo españoles cobran sus subsidios y llaman fascistas al PP porque les quieren quitar su chollo.

3. ¿Porqué 300.000 votos vascos nacionalistas obtienen 7 diputados y más de 1.000.000 de votos de IU tienen sólo dos representantes?. ¿Porqué hay que apoyar a estas minorías, es que son discapacitados?.

4. Gitanos. Tuve una novia gitana durante tres años y conozco el tema de primera mano. Entre los gitanos hay dos ramas bien diferenciadas. Una que se ha integrado perfectamente en la sociedad y otra, a la que llaman “canasteros”, que se niegan a la integración. Estos últimos tienen sus propias leyes, costumbres, su propia justicia y unos valores que, en algunos casos, son incompatibles con el tipo de sociedad en que nos hemos constituido. Por poner algún ejemplo: para ellos robar a un gitano es un delito brutal, pero robar a un payo es aplaudido. Si un niño nace mongólico o con defectos congénitos son matados sistemáticamente (¿Alguién de la sala conoce a un niño gitano con síndrome de Down?). Para que os voy a hablar del papel de la mujer en su tipo de sociedad. Además son racistas: ser gitano es un orgullo que hay que cantar a los cuatro vientos. ¿Qué pasaría si yo saliera en la televisión a cantar a los cuatro vientos mi orgullo de ser blanco?. Los padres de mi novia me rechazaron e incluso me amenazaron por mi raza. Pero para los buenísimos de siempre, nosotros somos los que discriminamos, y en muchos casos es verdad, ¿pero porqué no hablan y luchan con la misma fuerza contra el racismo gitano?. Hay que hacer lo posible por los que se quieran integrar, pero a los que no quieran integrarse, ni una ayuda, oiga. No estamos para fomentar racismos, machismos ni fomentar la pureza de raza.

Hay que ser solidario, evitar los prejuicios, fomentar la equidad, hacer una sociedad más justa y equilibrada.....pero no hay que ser giliXXXXXX

viernes, 6 de febrero de 2009

Amor al trabajo

Quería ser maestro. Ha sido mi gran vocación. Es posible que me influyera una serie titulada “Crónicas de un pueblo”, maravillosa en su momento pero me temo que no ha sabido envejecer. Me imaginaba rodeado de niños, abriendo puertas y ventanas al exterior. Nunca pensaba en las matemáticas, física, química o literatura, sino en la vida más allá de los libros de texto.

No me hubiera gustado atiborrar de materias a los críos. Hubiese preferido abrir el camino del amor por los libros, descubrir las mil aventuras que esconden sus páginas, el misterio que se esconde detrás de las tapas. Las sonrisas, lágrimas y cariño que derramaron los autores en cada palabra. La necesidad de plasmar en un papel el sentimiento que desborda el alma del que escribe y la posibilidad de transmitir esa misma sensación al que lo lee.

Hubiera querido no transmitir valores, ni siquiera los míos, sino cosas infinitamente más importantes como el amor y la comprensión por los demás. Ponerse en los zapatos del vecino y caminar un trecho con ellos antes de criticarlos. Actuar según la conciencia de cada uno pero responsabilizarse de los actos cometidos.

Hubiera querido transmitir la enorme fuerza de los errores cuando se asumen y son fuente de crecimiento.

Hubiera intentado hacerles comprender que pensar es positivo, nos hace más libres al acercarnos más a nuestra esencia, a nuestras capacidades. Pero dar vueltas en círculo a una obsesión no es reflexionar, sino una trampa que paraliza.

Les hubiera dicho que quejarse alguna vez es humano, pero ser quejica es pueril. Reclamar lo que consideramos justo es más útil que la queja.

Les hubiera contado que un buen juez nunca condena a una persona, sino a una acción cometida por ella.

Les hubiera abierto los ojos a la pasión por la investigación, por la innovación. Siempre hay algo, en cualquier actividad que emprendamos, en la que cualquiera pueda hacer las cosas de manera diferente a lo establecido. Mil y una veces nos daremos cuenta que no hemos mejorado lo que había y quizás, sólo quizás, a la que hace mil y dos, consigamos nuestro objetivo y, tras obtener el éxito, nos daremos cuenta de lo mucho que hemos disfrutado y vivido intensamente los mil y un intentos fallidos.

Les hubiera hecho reír en cada clase, como mínimo una vez. Y, al menos una vez al día, hubiera intentado que estallaran en una gran carcajada, de esas que nos hace soltar lágrimas, para que una vez producidas, se dieran cuenta que las lágrimas son los sentimientos que florecen en nuestros ojos y esas flores, nunca las deberíamos ocultar, porque robaríamos a los demás la posibilidad de contemplar su belleza.

Les hubiera llevado de excursión, al menos una vez por semana. Porque los árboles se estudian en medio del bosque, porque las hojas se comprenden mejor cuando están verdes en las ramas y amarillas en el suelo, porque las vacas no son una caja de leche ni los terneros un filete de carne. La pintura no consiste en la fecha de nacimiento de un pintor, sino en los colores que conforman toda una vida. Que detrás de la tostada que comemos por la mañana hay mucho sudor. Que para disfrutar de nuestros pequeños o grandes lujos o satisfacer nuestras necesidades, hay personas que trabajan duro y que debemos respetarlas de la mejor forma posible: amando nuestro trabajo…..aunque no nos guste.

Soñaba que esos niños, cuando fueran adultos, nunca recibirían un premio nobel, pero construirían junto a otros un mundo más humano.

lunes, 2 de febrero de 2009

El niño rey

En la anterior entrada hablaba de una de las peores formas de inmadurez en la mujer: la histeria. Aunque diferente, el niño rey es la forma de inmadurez, no sé si la más frecuente, pero sí la más destructiva del hombre. Como en la anterior entrada, pero al revés, aquí hablaré en masculino, pues aunque hay niñas reinas, es mucho más frecuente este perfil en el hombre.

Como construir un niño rey
Algo genético debe existir pues, ante una misma educación, esta personalidad es más usual entre hombres. Sin embargo, los factores socio-culturales y educacionales son los que realmente tienen más importancia en la génesis de este temperamento.

1. Sobreprotección. El niño se lo merece todo, es el mejor, haga lo que haga. Nunca es responsable de sus actos porque siempre encuentran responsables a sus fechorías, suspende todo porque todos los profesores están contra él, si pega a sus compañeros, algo habrán hecho para que su mirlo se haya visto obligado a agredirlos. Si el angelito viola a una chica, asesina al lechero y quema a una mendiga, en realidad no son malos chicos, es culpa de las malas compañías…..y vaya usted a saber si no le provocaron tanto la chica como el lechero y la mendiga. Nunca reciben un no.

2. El machismo acentúa un rol masculino basado en la fuerza física y el poder y la mujer debe ser sumisa ante la superioridad masculina.
Si unimos una educación materna sobreprotectora y un entorno social machista, tendremos al perfecto niño rey.

Curiosamente y, contra lo que pudiera parecer, la madre suele ser psicológicamente muy fuerte a la vez de muy maternal. Crean en el hijo una dependencia absoluta hacia ella y, a la vez, se dejan dominar por él. En el futuro, buscarán como pareja una mujer con características muy parecidas a la madre: psicológicamente fuerte para poder depender de ellas, pero que se dejen dominar. La pueden engañar, insultar, agredir pero no pueden soportar que le abandonen, por esa enorme dependencia que se genera. Suelen ser hombres maltratadores que tienen un radar muy sensible para encontrar mujeres de este tipo que son fácilmente maltratables.

Características del niño rey
1. Narcisismo. Su madre se cuidaba muy mucho de hacerle ver la extraordinaria persona que es. No admite que los demás vean otra cosa que no sea a un ser maravilloso. Pero como no es tan fácil de conseguir la admiración de los demás como lo fue con la madre, cuidan mucho su imagen externa, tanto en su cuerpo, como en la forma de vestir o sus modales. Suelen ser hombres encantadores, muy sensuales y seductores, con mucho éxito entre las mujeres. Pero es un simple disfraz.

2. Irresponsabilidad. Desde pequeñitos les han enseñado que los demás son culpables de sus errores. Además, no han necesitado esforzarse para conseguir todo lo que querían. Pero mamaíta no puede estar siempre detrás dándole todo lo que quiere. Llega un momento en que los demás empiezan a exigirle. Y no saben asumir responsabilidades, las evaden continuamente. Son inconstantes en todo lo que hacen pues, si no ven la punta inmediatamente, no les merece la pena el esfuerzo. Todo se debe lograr a corto plazo y, si no es así, abandonan uno tras otro todos los trabajos. Empiezan con una ilusión arrolladora y abandonan al primer revés. Suelen ser mantenidos por la esposa, padres o hermanos.

3. Infantilismo. Siempre serán niños caprichosos. Lo quieren todo aquí y ahora. No soportan la frustración porque se lo merecen todo. Casi siempre logran sus propósitos mediante su encanto personal, chantaje sentimental, manipulación o incluso la violencia.

4. No admiten la autoridad. Nunca le pusieron límites en la infancia y ahora no admiten que se los impongan. Suelen tener problemas con cualquier tipo de autoridad y les gusta llevar la contraria. Son la eterna oposición.

5. Egoísmo y egocentrismo. Conocen muy bien y tienen muy en cuenta sus necesidades, pero no les interesan nada las necesidades ni los sentimientos de los demás. En los casos más extremos terminan siendo auténticos sociópatas.

6. Exigencia. Son muy exigentes con los demás. Siempre piden más y más. Pero, a diferencia de los perfeccionistas, no tienen el más mínimo rastro de autoexigencia.

7. Dependencia emocional. Podrán humillar a sus parejas y a sus madres, pero a la vez dependen emocionalmente de ellas. No conciben el abandono y, si se produce, sólo vivirán para la venganza en unos casos, o la autodestrucción progresiva en otros, culpando a la pareja de cualquiera de estas decisiones. Un alto porcentaje de asesinatos de mujeres es a manos de este tipo de sujetos. Una característica usual es el suicidio tras el asesinato. La frase “la maté porque era mía”, no es tan exacta como el “si no puedo vivir con ella, moriré con ella”.

8. Adictos a las drogas. La rapidez de satisfacción y de felicidad fácil que dan las distintas drogas son un reclamo irresistible para ellos. Cuando se enfrentan con un problema, al no estar preparados para solucionarlo, es más fácil olvidarse de ellos con el alcohol, heroína o cocaína. Un porcentaje alto de adictos graves pertenecen a este perfil.

Mi experiencia con los drogadictos, muy sesgada pues sólo ingresan los casos más terminales, ha sido desastrosa. Nunca los he podido o sabido comprender. He tenido una mala relación con ellos y no he conseguido ser empático. Ha habido excepciones, por supuesto, pero la mayoría pertenecen a este perfil psicológico. Suponen una de las pocas excepciones en que no soy nada adicto a esta gente.

Hay que tener en cuenta que hay muchos grados en esta personalidad. He expuesto el perfil completo y más extremo, el típico narcisista agresivo, pero los hay más atemperados, menos desequilibrados.

Menudo regalito de hombres. Si las mujeres histéricas (el máximo exponente de la mujer fatal) pueden resultar cargantes, los hombres rey (el máximo exponente del hombre fatal), además de insufribles, pueden llegar a ser muy peligrosos.

domingo, 1 de febrero de 2009

Personalidad histérica

Histeria procede del griego hysteros, que significa útero.

Hoy en día, se confunde el término con el insulto. Voy a intentar esquematizar, cosa nada fácil, lo que es el verdadero término histeria. Intentaré huir de conceptos puramente psiquiátricos que harían poco inteligible el texto.

Para empezar, diré que ni siquiera los psiquiatras, psicoanalistas o psicólogos, están de acuerdo en lo que implica este término. Por otro lado, cabe diferenciar lo que es neurosis histérica, como patología, y lo que es una estructura de personalidad histérica normal.

La enfermedad (neurosis histérica) conlleva la aparición de los síntomas típicos de la somatización, cuyo estadío final más conocido son los desmayos teatrales con movimientos convulsivos, aunque hay cientos de síntomas que pueden ser reproducidos en esta enfermedad. Afecta al 1% de la población, la mayoría mujeres, con lo que su frecuencia podemos observar que es realmente alta.

Pero no es de la enfermedad de lo que hoy quiero hablar, sino de la personalidad histérica, mucho más extendida que la neurosis y también mucho más frecuente en las mujeres. Para compensar, el próximo tema a tratar será “El niño rey”, muy similar a la histeria, pero predominante en hombres.

La estructura de personalidad histérica nada tiene que ver con algo insultante, eso lo quiero dejar claro, no es mi objetivo meterme con estas mujeres, sino intentar describirlas para conocerlas y, en su caso, saber comprenderlas y tratarlas. En todo momento me expresaré en femenino, como lo haré en masculino cuando hable del niño rey, aunque eso no significa que no hayan hombres histéricos.

Origen de la histeria
Los autores no se ponen de acuerdo en este punto (ni en este ni en otros muchos), por lo que expresaré mi opinión al respecto. Por consiguiente, lo que voy a escribir no se puede tomar como algo científico ni demostrado, pues no hay un nivel de evidencia elevada. Se debe tomar como una reflexión sobre lo que he leído y conozco personalmente (un porcentaje altísimo de histéricas tienen síntomas de mi especialidad).

Como en cualquier aspecto de la personalidad, la genética debe jugar un papel importante en el “ser histérico”, pero esto no se ha comprobado. El hecho de afectar predominantemente a las mujeres, a pesar de tener los mismos condicionantes en la primera infancia que los hombres y, que esta personalidad ya se manifieste en los primero años de vida, sugieren la existencia de un mecanismo genético, que en ningún momento se debe considerar como un factor determinante sino más bien como una tendencia.

Factor emocional: la separación de la madre (o de la persona que tenga el papel maternal) en el primer año de vida, la falta de caricias, abrazos y contacto físico y de una seguridad en el entorno puede ser el origen más probable de esta patología. La angustia y pánico del bebé al verse solo, aislado y frágil, con una contínua llamada de atención mediante el llanto que no es respondida por los progenitores. Este es el inicio de las dos características sobresalientes de la personalidad histérica: la separación y el miedo a no-ser.

Características de la histeria

La nula tolerancia al abandono y el miedo a no-ser (la necesidad de ser tenida en cuenta junto al miedo al compromiso) conforman las características fundamentales de estas mujeres:
1. Dependencia emocional. Tienen una necesidad imperiosa de “colgarse de alguien”. Para conseguirlo recurren a:

2. Un impulso irrefrenable de llamar la atención. Si no lo consiguen, vendrán las tan temidas pataletas. Dependiendo del entorno en que se muevan, llamarán la atención de determinada manera: pueden ser las más religiosas o puritanas, en un determinado medio, o hipersexuales y amorales en otro. Lo que haga falta para conseguir la aceptación.

3. Su primer arma siempre es la complacencia. Intentan dar todo lo que suponen que lo demás quieren. Sólo si no lo consiguen complaciendo echarán mano del chantaje e incluso la violencia. Con los hombres son seductoras y exhibicionistas, con las mujeres, sufridoras y teatrales.

4. Percepción interesada: sólo ven lo que quieren o les interesa ver. No hacen introspección, odian mirarse a sí mismas. Actúan para atraer la atención y retenerla. Son actrices que hacen el papel que necesitan en cada momento, pero sólo son actrices, detrás del personaje no hay nada más. Esto nos lleva a otra característica:

5. Paradojas contínuas. De un gran y salvaje apego pueden pasar al más despiadado odio en la ruptura. De aparentar ser una mujer hipersexuada a ser frígida en la cama. Pero no hay una elaboración consciente. Para ella el universo es tal y como lo percibe en un momento dado y en su estado de ánimo actual. Lo que hoy es blanco, mañana es negro con la misma certeza.

6. Relación de pareja muy difícil, imposible de comprender por el compañero. Hay una necesidad enfermiza de ser amada, pero la supuesta necesidad de dotar de seguridad a la relación se ve continuamente sorprendida por una necesidad paradójica de poner a prueba continuamente esa relación. Recelan continuamente de la sinceridad del sentimiento del otro e incluso necesitan demostrar su hipocresía. Imploran y suplican depender del amor del compañero y a la vez verifican que a ese amor le falta alguna cualidad esencial. Pasan del “no puedo vivir sin ti” al “tu amor no es bueno”. Del amor más teatral al odio más vengativo. Divorciarse de una mujer histérica puede llegar a ser terrible. Muchas de las falsas denuncias de malos tratos y de los “raptos legales” de hijos proceden de mujeres así.

7. Toda histérica es inmadura. La madurez es el antídoto perfecto contra la histeria. Los adultos no pueden dedicarse a fantasías y anhelos de adolescentes sin llegar a ser progresivamente inaceptables a medida que la edad avanza.

8. Sufren más que nadie y llevan este sufrimiento más como un orgullo que como un dolor. Una madre que no sufra con sus hijos no es buena madre. No existe una mujer que no le haga sufrir su marido.

9. Suelen buscar un cierto tipo de hombre: maternales. Están siempre a su disposición, siempre la comprenden. Son fácilmente manipulables y se convierten en los voceadores de su dolor.

En resumen: cásese con una histérica y no se aburrirá jamás.