sábado, 8 de diciembre de 2012

Nueva etapa


Definitivamente he entrado en una etapa distinta de mi vida. 

Durante muchos años, la convivencia con tres niños ha ido marcando mi pequeño mundo, mi maravilloso mundo. Ha habido de todo, pero ha predominado con diferencia la ilusión. Soy padre por devoción y, lo que se hace en base a la motivación, deja una huella indeleble de felicidad. Pocas veces he debido recurrir a la fuerza de voluntad para hacer algo con mis hijos. He disfrutado de casi todos los momentos que he vivido junto a ellos, hasta los que se supone que son trabajo y carga. Siento que no he hecho nada POR ellos, sino CON ellos.

Soy un tipo con mucha suerte. La mayoría de padres y madres que conozco hablan de sacrificio, trabajo, agotamiento, tensiones, además por supuesto de los momentos buenos. Los admiro profundamente. Pero por eso mismo, me considero un auténtico privilegiado. Sólo recuerdo haberme desesperado alguna noche de llantos infinitos (fueron cientos), pero su olor, sus risas, sus juegos, sus caricias, sus palabras, sus gamberradas, sus abrazos…..

Debo decir que cambiar sus cacas y pipises me encantaba. Que bañarlos era la mejor hora de mis días, que sacarlos al parque era pura delicia, darles el biberón de madrugada me otorgaba una comunicación tan directa en el silencio que no me costaba despertarme. 

Mi vida vuelve a parecerse más a la de un adulto normal. Mi pareja vuelve a ser mi pareja y nuestras charlas diarias ya tienen distintos contenidos. Vuelvo a pasear a solas con ella por Sevilla, a tomar tapas y una cerveza sin niños alrededor, a leer, pintar, escribir, debatir y pensar. 

Pero mi ilusión sigue intacta. Mis relaciones con ellos han cambiado, pero no empeorado, sólo son diferentes. El contacto físico ha dado paso al contacto emocional. Lo manual ha dado paso a lo intelectual. Lo que no ha cambiado es que sigo sin hacer nada por ellos sino con ellos.

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